Segundo Domingo de Pascua – Ciclo A

DOMINGO DE LA DIVINA MISERICORDIA

En este segundo domingo de pascua al que conocemos también como el Domingo de la Divina Misericordia, nuevamente como familia e Iglesia hemos escuchado a Dios que nos habla en la Sagrada Escritura, a través de las únicas citas bíblicas que escuchamos sólo cada tres años para este domingo (ciclo A). Sabemos que la Sagrada Escritura es un tesoro inagotable de verdad, amor, enseñanza, sabiduría y mucho más: no es para menos, es Dios mismo quien nos habla a cada quien, en cada lugar, y en cada tiempo, y a pesar de ser la misma Palabra contenida en la Biblia, su mensaje siempre es fresco, actual, nuevo; siempre nos llega a la vida y al corazón. Es un mensaje para nosotros de Él, quien siempre nos ama y en cuyo Corazón tenemos todos y todas sin excepción un lugar preferencial.

¿Alguna vez nos imaginamos que esta Palabra nos hablaría también en tiempos de Pandemia? Hace unas semanas atrás no teníamos ni idea de lo que está pasando ahora en el mundo entero en relación con el Covid-19, y el futuro tampoco lo conocemos, sólo podemos imaginárnoslo basados críticamente en lo poco que conocemos al respecto, en todo sentido. Bueno, para nadie es un secreto que en la vida es más lo que desconocemos que lo que lo que sabemos, y esto se aplica en todo. También “no hemos visto a Jesucristo, y lo amamos; no lo vemos, y creemos en Él; y nos alegramos con un gozo radiante, al que las palabras no lo pueden describir” (1Pe 1, 8). Esa fuerza vital nos mueve, nos fortalece en el presente y nos empuja hacia el futuro con mucha esperanza, y es de la fuerza que necesitamos siempre, y más en estos tiempos de crisis mundial. Tal vez esta es una de las tantas razones por la cual la Vida es siempre bella: tenemos qué descubrir y conocer cada día, lo que siempre y al quien siempre está ahí, a nuestro lado.

Así como en Jn 20, 19-31 (el evangelio de hoy), Jesús resucitado viene también ahora a nuestro encuentro, y como aquel día a sus discípulos, este año nos encontró en nuestra casa y con las puertas cerradas por miedo, no ya a las autoridades judías, sino al nuevo Coronavirus que tanto daño, muerte y sufrimiento está causando en el mundo. Y no sólo con miedo, también con ansiedad y angustia, pero cuidándonos y aprendiendo a ver la vida con otros ojos, descubriendo nuevos horizontes que ya estaban a nuestro alcance, y tal vez reinventando un mundo radicalmente nuevo, para no repetir los errores que como humanidad estábamos cometiendo. Ojalá que a la luz de Cristo Resucitado, reinventemos nuestro mundo, cambiemos el rumbo de la historia, y el motor del mundo no vuelva a ser nunca más la globalización de la indiferencia, la exclusión, el descarte, la pobreza y la división, sino la globalización de la solidaridad, la unión, el amor, el respeto, y las oportunidades para cada ser viviente en nuestro mundo. Este primer paso tienes que darlo tú.

Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz. Amén.

fr. Atanasio Flórez Molina, O.P.

Eucaristía, 19 de abril de 2020