SAN PATRICIO

San Patricio

¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? San Pablo preguntó eso. ¿Cómo podrían, los irlandeses, escuchar la Palabra si no tuvieron un predicador, y no sólo un predicador, sino un predicador capaz de tocar sus corazones? Tenían predicadores antes de San Patrick, pero no podían incendiar el corazón con la llama de la fe así como lo hizo san Patricio. ¿Quién era ese Patrick? Patrick llegó a Irlanda como un esclavo y le obligaron a trabajar duro en uno de los peores trabajos, de pastor, bajo el sol o bajo la nieve. Muchos de ustedes entienden eso, trabajando en lo que no quieren hacer los irlandeses, igual que Patrick. Cuando nuestro santo llegó, no tenía mucha fe. Él volvió a Dios por sus circunstancias; por la fe que creció en él, Dios le ayudó. Como dice el Salmo 138: “Cuando te llamé, me respondiste; me infundiste ánimo y renovaste mis fuerzas”.

Patrick consiguió escapar de Irlanda por un milagro de Dios y regresó a su familia. Por su fe y estudio se hizo sacerdote. No pensó en más que seguir con su vida, pero Dios le tenía una tarea. Patrick tuvo una visión en la cual los irlandeses le pidieron regresar para sembrar la fe y eso fue lo que hizo.

No sabemos cuál era su manera de predicar, pero los irlandeses respondieron como la mujer samaritana diciendo: “Señor, dame esa agua”.

San Patrick y los otros predicadores inmigrantes tuvieron tanto éxito, que una Isla Salvaje llegó a ser la Isla de Santos y Eruditos.

Hoy celebramos la fiesta de san Patricio, porque él explicó la fe al pueblo irlandés y nos enseñó a nosotros que el papel del inmigrante es muy importante aquí. Su vida nos comprueba que Dios siempre nos escucha, que nuestro Padre siempre nos espera con los brazos abiertos, igual que en el caso del Hijo Pródigo.

Ojalá escuchemos hoy su voz, como hizo Patrick.

Patrick O’Connell