Mensaje de Pascua de Resurrección

FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN

Feliz Pascua de Resurrección. Hace ya ocho días que, aún en medio de la Pandemia y el Confinamiento aquí en Irlanda, celebramos con júbilo la Resurrección del Señor. Tan importante es la Resurrección que como celebración litúrgica se extiende por toda una semana, llamándose así: Semana de la Octava de Pascua. El gozo del Día de la Resurrección se extiende por toda una semana, así el Día de la Resurrección se convierte en el Día más extenso de todo el año. Pero lo que más dura es la misma vida del Resucitado en nuestra vida, comienza el día que fuimos concebidos en el vientre de nuestras madres y el día de nuestro Bautismo, y se extiende hasta más allá de nuestra muerte, porque gracias a la Resurrección del Señor esperamos vernos cara a cara con nuestro Creador y gozarnos en su presencia por toda la eternidad. Sí, se trata de un comienzo que no tiene fin.
Pero entre este derroche de Vida y Júbilo, también nos pasa lo que a los discípulos después de la muerte de Jesús, escena que claramente vemos en el Evangelio de este Domingo de la Divina Misericordia (Jn 20, 19-31): tanto ese día del encuentro de ellos con el Resucitado como en nuestros días, tenemos las puertas cerradas, tenemos miedo e incertidumbre; los discípulos tenían miedo a las autoridades judías, nosotros tenemos miedo no sólo por lo que nos está dejando la Pandemia sino sobre todo por la testarudez y sufrimiento causado por las mismas manos humanas en contra de la misma humanidad: migración forzada, muertes violentas, secuestros, pobreza, vejámenes, reclutamientos, torturas, esclavitud, corrupción, tiranías, mentiras y mucho más, es muestra de ello. Así como Jesús Resucitado seguía llevando los signos del dolor en las heridas que le mostró a sus discípulos, también nuestro mundo y todos nosotros en él, llevamos signos de dolor. Así como Dios sopló su aliento y hubo vida (Gn 2, 7), así también en Jesús su Hijo Resucitado, sopló nuevamente su aliento (Jn 20, 22) dando el Espíritu Santo y regalando el perdón de los pecados, que es un milagro más grande que el de la Creación. Estamos en los tiempos de la Nueva Creación y aún no nos percatamos de ello.

Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz. Amén.
fr. Atanasio Flórez Molina, O.P.